Cuanto más ames, más vas a sufrir.
¿Sabés quién no llora pérdidas ni
decepciones?
El que no se entrega a nadie,
el que no vibra hasta con su
último vestigio de cordura por amor,
el que no se desangra por hacer lo
que le gusta,
el que no conoce qué es sentir pasión por algo,
por
respirar,
por alguien,
por todo,
por otro,
por ti.
Cuanto más veas,
más luches,
más sientas,
más disfrutes,
más vivas y más consciente seas
de ello,
más vas a sufrir.
Porque sabés que la vida es llama,
es fuego, es sangre, es vino, es placer y es música.
Es abrir los ojos
después de días de angustia y ver vida brotando en todos los rincones.
Es no arrepentirte de nada porque el tiempo es poco y las oportunidades
son muchas.
Porque sabés lo que vale todo eso y su falta se te vuelve
insoportable.
A veces recuerdo las muertes que lloré, las heridas
que vendé y las historias que callé y que sigo callando, y pienso:
Dámelas de nuevo, si es condición, con tal de poder dar un abrazo fuerte
y sentir que el mundo, ese que es ahora y no es antes ni es después, es
nuestro y de nadie más.
Porque vale la pena,
aun sabiendo que se va a
terminar,
aun sabiendo que voy a sufrir.
Vale la pena y te juro con mi
alma que sí;
amar,
gritar,
reír,
vibrar
y explotar.
Vale la pena vivir.
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